Por Sabrina Balén Carreño
En esta ocasión voy a tratar un tema que sigue afectando de forma directa a las personas con parálisis cerebral, a pesar de existir una convención de derechos de las personas con diversidad funcional, que ya es fuerte que, existiendo los derechos humanos, los de las personas con discapacidad se tengan que salvaguardar aparte. Pero ese no es el punto que me impulsa a escribir hoy, sino que en pleno siglo XXI se siguen vulnerando una y otra vez, de manera sistemática, e incluso compulsiva los de las personas con alguna limitación, cognitiva, sensorial, o física, por tanto, podemos deducir, que las personas con parálisis cerebral no están, ni mucho menos, excluidas de la continua intromisión en sus derechos.
Uno de los derechos más sensibles y castigados es el de la no discriminación, porque, ¿quién, teniendo diversidad funcional, no se ha sentido discriminada en algún momento a lo largo de su vida?, en algún ámbito, laboral, escolar, social… y adivina que, las personas con parálisis cerebral también hemos sido, somos y a este paso seguiremos siendo discriminadas, si no se obra un cambio en la sociedad. Tal y como puedes ver en el vídeo que Confederación ASPACE ha realizado dentro de su campaña #DaleLaVuelta.
Voy a permitirme contaros una breve historia, que aborda la discriminación e intolerancia en la etapa escolar, para que sirva de ejemplo de lo que, por supuesto no se debe hacer, ni tampoco ser permitido.
Esta es la historia de una niña que, tras un parto complicado, llegó al mundo, como todos los niños y niñas, para ser feliz, pero pronto se tuvo que enfrentar al rechazo, e incomprensión de algunos de sus familiares, porque había nacido con parálisis cerebral. Con semejante panorama os podréis imaginar que comentarios como, “esta niña no va a poder hacer nada, sino se puede ni mover sola a donde va a ir “ o “me llevo a su hermano al parque, pero a ella no”, empezaron a estar a la orden del día.
Con el paso del tiempo esa discriminación no tardo en trasladarse al entorno escolar, primero las directivas de los centros educativos, que se negaban a admitir en ellos a una niña con parálisis cerebral, “aquí no tenemos niñeras señora”, le decían a su madre, pasando por los profesores que apartaban a la niña del resto y continuando por otros niños que la insultaban, golpeaban…. Diariamente, durante años mientras los docentes alegaban que eso eran “cosas de crios” a la vez que culpabilizaban a la pequeña, que al comienzo de los hechos tenía 9 años, de no integrarse.
Tras una lucha continua, esa niña hoy es una mujer de 39 años, que está escribiendo su propia historia, en estas líneas para concienciar de que nadie tiene derecho a discriminar, ni pisar a nadie por el hecho de que tenga parálisis cerebral, o cualquier otra discapacidad, nadie es menos, ni más que nadie, simplemente todos somos diferentes en un mundo de supuestos iguales, y tenemos derecho a vivir nuestra propia vida igual que el resto, sin que nadie tenga por qué creerse con la falsa potestad de decidir quién es normal y quien no según su propio criterio.
La clave está en la empatía y aceptación de lo distinto como parte de la riqueza humana, ya que no existiría la discriminación y se tomaría en cuenta a las personas con parálisis cerebral dejándoles autonomía para tomar sus propias decisiones, ya que, no hacerlo es una de las múltiples formas de discriminación a las que nos vemos sometidas continuamente las personas con parálisis cerebral a lo largo de nuestra vida.