por Mayka Hidalgo
Soy Mayka Hidalgo Guijarro y con motivo del 25N (Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres), quiero sacar a colación la problemática que se nos presenta a las mujeres víctimas de violencia de género con discapacidad, aunque me voy a centrar en las mujeres con parálisis cerebral y daños cerebrales afines.
Las mujeres con discapacidad somos más vulnerables a la hora de sufrir este tipo de violencias. Todo esto se agudiza porque el sistema no está preparado para protegernos, ya que tenemos unas necesidades específicas que el sistema no cubre. Las violencias que podemos sufrir las mujeres con parálisis cerebral y daños cerebrales afines tienen un agravante muy marcado porque podemos tener una movilidad reducida, una forma de comunicarnos diferente, un nivel cognitivo menor, etc. Estos factores nos llevan a depender totalmente de nuestro entorno para poder sobrevivir, ya que algunas de nosotras necesitamos asistencia en las actividades básicas de la vida diaria, y un maltratador (pareja, familia, amigo…) suele abusar de esa situación de poder.
A la hora de querer salir de una situación de maltrato nos encontramos con varios obstáculos por parte del sistema para poner una denuncia y/o recibir protección:
- No existen casas de acogida adaptadas para mujeres con discapacidad.
- Hay una infantilización exacerbada por parte de la sociedad, servicios sociales y los cuerpos de seguridad del Estado.
- Si se tienen dificultades de comunicación, es muy complicado que el proceso de denuncia sea equitativo y accesible, debido a la falta de conocimiento sobre comunicaciones alternativas como la lengua de signos o el uso de pictogramas.
- La creencia de que una persona sin discapacidad que está con otra persona con discapacidad automáticamente es buena persona, por lo que la sociedad suele ser aún más incrédula ante los casos de violencia contra las mujeres con discapacidad.
Es urgente que el sistema se plantee este tipo de situaciones, y sobre todo, que se creen espacios seguros para nosotras si necesitamos huir de una situación de violencia. Queremos dejar de ser invisibles a vuestros ojos y reivindicar nuestra existencia en situaciones tan peligrosas. Tenemos derecho a una protección real, efectiva y equitativa, porque aunque intentéis mirar para otro lado nuestras voces están cogiendo fuerza y no podréis ignorarnos como históricamente habéis hecho.