Por Patricia Pimentel Conde

Dicen que a lo largo de nuestra vida tenemos dos grandes amores,

uno con el que te casas y vives para siempre, y un segundo amor que perderás…

Alguien con el que naciste tan conectado que la fuerza de la química que existe es muy especial.

Sé que de amor ya no se muere, pero te juro que una parte de mi se rompió el día que te fuiste…

A veces es necesario alejarse para aprender bien de las cosas de la vida.

A veces escucho los mensajes de audio que tú me mandabas y le doy al play una y otra vez y me imagino que estás cerca.

Un día alguien te hablará de mí y entonces te darás cuenta ya de que no paro mi vida por cualquier chico…

Y entonces te preguntarás ¿por qué también mi vida? Pero ya será demasiado tarde porque ya me marché.

Es necesario poner un punto y aparte a veces en la vida.

Al final uno no es consciente de estas cosas hasta que forman parte de su pasado.

Que supiera la verdad tras sus ojos, aunque lo supiera perfectamente porque el destino quiso que te cruzarás en mi camino.

Hemos de aprender que algunas cosas de la vida a veces no tienen respuestas.

Algún día lo entenderá y vera esto como algo distinto o algo que era necesario y

entonces me guardará en su recuerdo, sé que no seré otra más.

Para él no seré tan especial como lo es hoy en día él para mí.

Él decía que era como yo pero en chico, y no le faltaba razón,

porque había algo entre él y yo muy paralelo, una forma muy parecida de ver y de hacer las cosas.

Caminaremos en la misma dirección aunque yo sin poder andar físicamente pero siempre camino mentalmente.

A veces imagino y pienso que es bueno alejarse de las personas, pero otras veces creo y pienso que si que alguna de las personas de las qué me alejo, ¿será uno de ellas el amor de mi vida?

Pero luego me respondo yo sola que el mundo sigue siendo un círculo en donde él rema en una dirección y yo en otra.

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