por Aitana Areste

C.S. Lewis, fue un escritor británico muy destacado. Aunque, personalmente, yo le prefiera porque escribió la saga de Narnia y marco mi más temprana adolescencia. Así mismo, el autor decía: “Nunca se es demasiado viejo para establecer un nuevo objetivo, o para soñar un nuevo sueño.”

Si, queridos amigos, soy Aitana y vuelvo al blog, junto al mes de septiembre que ha llegado a nuestras vidas y con el nuevos retos, ilusiones, proyectos… De ahí que, alguno de vosotros o vosotras estéis adentrándoos en la búsqueda de empleo, que no es tan difícil como parece, si no un camino largo en el que al final obtendréis la recompensa, otros os pondréis al día con los idiomas y en el último caso, os adentrareis en una nueva etapa educativa. Ya sea ciclos formativos, máster, doctorado, o incluso, universidad. Por esta última opción me he decantado.

Ahora bien, tengo una sorpresa, puede ser que, durante esos días de adaptación, conociendo el entorno y a las compañeras o compañeros de los que te rodearas esos años, te encuentres a una persona con discapacidad. ¿Y ahora como sigue la historia? No te preocupes, he aquí el tema del artículo de hoy, desde mi experiencia personal, vengo a compartirnos una serie de “Tips” sí llega el momento y no quieres sentirse indefenso en esa situación. Si bien es cierto, que puede surgir en cualquier entorno, así que podéis aplicarlos en cualquier circunstancia…  ¡Comencemos!

 

  1. ¡NO ME INFANTILICES!: Desde que comencé a socializar, me he percatado de que las personas tienen a visualizar a las personas con discapacidad como niños o niñas eternos. Tiene que ver con una lógica centrada en la percepción de ser incapaz de tener necesidades, deseos y anhelos. En contraposición, la solución es más sencilla de lo que parece, conoce a la persona. Trátala en situación de igualdad, hazle participe de las conversaciones… Puede que hasta descubras que tenéis aspectos en común.
  2. ¡NO NECESITO AYUDA SIEMPRE!: En multitud de situaciones, se ha dado por hecho que necesito ayuda constantemente. Esto no es así, si necesitamos ayuda la pediremos. Pero, no necesito una persona pendiente de mí siempre, a no ser que no pueda acceder a un lugar por falta de accesibilidad o no pueda realizar una actividad por mí misma. Por ejemplo: Ir al baño. En ese caso, te diré lo que necesito. Pero, no me ayudes cuando yo no te lo he pedido. Porque lo que estas proyectando hacía mí es una sensación de inferioridad.
  3. ¡NO ME EXCLUYAS!: Cuando surgen planes con compañeros/as, la mayoría de las veces me quedo fuera de los mismos. Y eso, me lleva a desarrollar una emoción de que soy una carga para los demás, un estorbo y que no es agradable estar conmigo. Por el contrario, hazme participe del plan. Te aseguro que estaremos encantados de ayudarte y encontraremos un sitio accesible, donde todos podamos disfrutar de unas risas.
  4. ¡NO TOMES DECISIONES POR MÍ!: Cuando surge una relación de confianza, a veces desencadena en una acción de sobreprotección hacia la persona con discapacidad. Quieres protegerla de eventualidades, que no consideras adecuadas para ella/el. En contraposición, permite que cometa sus propias equivocaciones puesto que de “Los errores también se aprende”.
  5. ¡NO SOY UN SUPERMAN!: Soy un hombre o mujer muy sencilla que te quiere enamorar… Estáis en lo cierto, he modificado un poco la canción… No obstante, la sociedad reproduce una sobreestimación en nosotros y nosotras, pues somos un modelo de superación. Nada más lejos de la realidad, las acciones que llevamos a cabo son las de cualquier persona. Para que sea más fácil de identificar lo que aquí os expongo, pongamos por caso, mi viaje el miércoles pasado, en autobús a la estación de metro más próxima. Una vecina, me saludo muy cordialmente y me felicito porque nunca me había visto en el autobús, yo le comunique que no era mi primera vez y se quedó anonadada. Comenzó a elogiarme, de manera desproporcionada, si se me permite decirlo. No es por nada, suelo aceptar cumplidos y estoy absolutamente convencida de que era con buena intención, sencillamente quiero que entendáis que no es extraordinario que yo haga ese acto y que no ahí porque ensalzar algo cotidiano para todos los ciudadanos.

Sintetizando, diré para terminar que espero que mis consejos os hayan servido y os hayan dirigido a comprender antes de ser comprendido.

¡Nos vemos en el siguiente articulo!

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