Por Ana Belén Velasco

Hola me llamo Ana Belén tengo 46 años y tengo parálisis cerebral. Vivo en una residencia perteneciente al IMSERSO. Os preguntareis porque tome la decisión de vivir en una residencia, pues muy fácil porque dentro de mi discapacidad quiero vivir mi vida lo más independiente posible: Tengo dos hermanos y ellos tienen su vida y yo no quería depende de ellos en un futuro

Mi día a día en el centro transcurre de la siguiente manera. Nos levantan sobre las 8:30 de la mañana y las auxiliares me ayudan a asearme, vestirme y demás tareas cotidianas que yo no puedo realizar debido a mi discapacidad. A las 9:30 es el desayuno, y bajo al comedor a desayunar.

Sobre las 10:30 es cuando comenzamos realmente la actividad en los dos talleres ocupacionales que hay en el centro. Uno está dedicado al textil, aquí realizamos punto de cruz, pintamos en seda, se hacen puzles, este es el que más me gusta y al que acudo todos los días. El otro taller se centra en carpintería, de este no os puedo contar mucho, ya que reconozco que la carpintería o es lo mío. Duran algo más de dos horas, hasta la 13:30 que vamos a comer.

Por la tarde de lunes a jueves viene una animadora sociocultural con la que estamos toda la tarde de 6 a 8 y con ella jugamos a juegos de mesa como Pasapalabra, Trivial etc.

A las 8 cenamos y los que somos más independiente nos quedamos charlando un rato, hablando de lo divino y lo humano, intentando arreglar el mundo, hasta que decidimos irnos a la cama.

Algunas veces mis amigos me han preguntado cómo me habría planteado mi vida adulta si no hubieran existido las residencias. Mi respuesta es que tengo 46 años y el movimiento de vida independiente es relativamente joven, por lo tanto, nunca tuve muchas más opciones y lo que sí que tuve claro es que no quería ser una carga para mis dos hermanos. Sin embargo, hace un par de años me planteé la posibilidad de tener un asistente personal, pero debido a mis grandes necesidades de apoyo lo desestimé. Necesitaría a alguien 24/7 y con la pensión que recibo es imposible hacerme cargo de ese gasto.

En la residencia recibo el apoyo que necesito, tomo mis decisiones, realizo actividades adaptadas, ¿la vida podría ser mejor? Pues quizá sí, pero hay que dotar a todas las opciones de los medios necesarios para garantizar nuestra calidad de vida en nuestra etapa adulta.

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