por Kenjy Alcas
Hola, soy Kenjy Alcas. Hoy quiero hablaros sobre algo muy importante como la amistad. Este tema nos toca muy de cerca a todos porque hay personas que nos enseñan que la amistad verdadera no entiende de barreras ni diferencias. Os contaré dos historias que espero os lleguen al corazón: una es mi conexión con María Ibáñez, una persona sin discapacidad que ha demostrado que los prejuicios no tienen cabida en una amistad auténtica; y la otra, la relación entre Nicole Portilla y Jaime Cruz, amigos con discapacidad.
María y yo: más allá de las etiquetas
Conocí a María en un campamento, donde ella fue voluntaria como asistente personal. Desde el primer momento, supe que seríamos buenos amigos. Nuestra relación no tardó en superar las etiquetas que a menudo la gente nos impone. Juntos hemos grabado podcasts, creado vídeos y compartido experiencias que han enriquecido nuestras vidas. Lo que más admiro de ella es cómo siempre se acerca a mí con naturalidad. Cuando le pregunté qué consejo daría a quienes no saben cómo relacionarse con una persona con discapacidad, me respondió: «Acércate sin miedo y con sinceridad. Si no entiendes algo, pregunta. Lo más importante es tratar a la otra persona como tratarías a cualquiera».
María me ha enseñado que la amistad no es cuestión de compasión, sino de conexión y respeto mutuo.
Nicole y Jaime: una amistad que resiste el paso del tiempo
Por otro lado, está la historia de Nicole y Jaime, dos amigos que se conocieron en la infancia. Aunque ambos tienen discapacidad, eso nunca ha definido su relación. Se conocieron en el colegio, y desde entonces han enfrentado juntos los desafíos de la vida, como la distancia física y los prejuicios sociales. Jaime me contó cómo pequeños gestos, como mantenerse en contacto por el móvil, ayudaron a que su amistad perdurara.
Nicole, por su parte, reflexiona sobre cómo su amistad con Jaime le ha permitido abordar temas complicados, como la accesibilidad y las relaciones amorosas, con honestidad y apoyo mutuo. Ambos coinciden en que contar con alguien que comprende sus experiencias de vida hace que los obstáculos parezcan más pequeños.
Una lección para todos
Estas historias tienen algo en común: muestran cómo la amistad puede eliminar barreras y cambiar percepciones. María y yo demostramos que las diferencias no son un límite, y Nicole y Jaime nos enseñan que la verdadera conexión no necesita explicaciones ni justificaciones.
La amistad es un recordatorio constante de lo que realmente importa: la empatía, el respeto y el apoyo mutuo. Si algo os quiero transmitir con estas historias, es que no tengáis miedo de acercaros a alguien diferente a vosotros o algún tipo de discapacidad. Es ahí donde reside la magia de la amistad: en la capacidad de aprender y crecer juntos.
¿Qué pasaría si todos viviéramos con esa mentalidad? Tal vez el mundo sería un lugar donde las diferencias no dividiesen, sino que uniesen.