por Aitana Areste
Como mujer con parálisis cerebral, me encuentro constantemente desafiando las limitaciones impuestas por la sociedad en su totalidad. Por eso, fue todo un privilegio ser seleccionada para representar a las mujeres con nuestra discapacidad en el I Parlamento de Mujeres con Discapacidad, bajo el lema «¡El futuro que queremos!», celebrado el pasado 1 de marzo en el Senado. En el evento participamos unas 300 mujeres. A todas ellas las he admirado durante años, y mi niña interior las recordaría cuando estaba en la búsqueda de referentes. Durante el acto, reflexionaron sobre los retos que aún están por alcanzar y en contraposición, pusieron en valor los logros obtenidos por nuestro colectivo.
En este encuentro se destacó la importancia de la coordinación entre las administraciones y el movimiento asociativo para promover la inclusión plena de las mujeres con discapacidad en áreas clave como la educación, el empleo y la protección contra la violencia de genero. Se reconoció la necesidad urgente de implementar acciones concretas para abordar la doble discriminación que enfrentan las mujeres con discapacidad. Mayte Gallego, representante de CERMI Madrid, habló sobre la importancia de estudios específicos sobre violencia de género dirigidos a nuestro colectivo en todas las comunidades autónomas, pues supone una herramienta esencial para proteger nuestros derechos y garantizar que al recogerse nuestras características obtengamos una respuesta efectiva y especifica.
Las intervenciones se centraron en la inclusión de las mujeres con discapacidad, abarcando buenas prácticas y posibles mejoras en áreas vitales como la educación, la inclusión laboral, la protección contra la violencia y el acceso a servicios especializados. Sin embargo, destaco el llamamiento a la falta de reconocimiento de los derechos de las mujeres con discapacidad en áreas como la custodia de sus hijos, la adopción y los apoyos necesarios para ejercer por sí mismas su rol de madres, en aquellos casos que así lo deseen.
Por consiguiente, se hizo un llamado a la educación de las mujeres, tanto de manera individual como colectiva, sobre sus derechos y su autonomía para tomar decisiones sobre sus propios cuerpos, vinculando este tema con los derechos sexuales y reproductivos, Además, resaltó la necesidad de abordar la invisibilidad de las «discapacidades invisibles» y la importancia de un Plan Nacional de Atención para el Daño Cerebral.
Dentro de esta crónica no podría recoger todas las intervenciones que me impactaron y me hicieron reflexionar sobre multitud de perspectivas, pero explicaré algunas. Fernanda, de ASPACE Galicia, hizo un llamado urgente: las mujeres con grandes necesidades de apoyo deben estar representadas en los órganos de decisión política y social. Su argumento, en el que se deja entrever, la defensa de la justicia social y los derechos humanos inherentes a todas las mujeres enfatizó la necesidad de que nuestras voces sean escuchadas y respetadas en los lugares donde se elaboran las leyes y políticas que nos afectan directamente. Dentro de ese argumento, también percibí la necesidad de que las mujeres seamos agentes de cambio, de tomar las riendas de nuestras propias vidas y no permitir que otros hablen por nosotras, dejando claro el lema que siempre llevamos por bandera. Las mujeres con parálisis cerebral reclamamos el derecho a ser vistas, escuchadas y comprendidas por los profesionales de la salud y por la sociedad en su conjunto, sin intermediarios que distorsionen nuestras necesidades. Para abordar esta cuestión, es crucial sensibilizar a la sociedad y a los profesionales que intervienen sobre los desafíos específicos que enfrentan las mujeres y niñas con parálisis cerebral.
Por otro lado, es fundamental garantizar un acceso efectivo a la justicia y a servicios sociales especializados. En este sentido, la representante de CERMI Islas Baleares destacó la importancia de que haya senadoras y políticas con discapacidad, para asegurar una representación verdaderamente inclusiva y sensible a nuestras realidades desde aquellos que impulsan las políticas que tienen un impacto directo en nuestras vidas.
Finalmente, Rocío Molpeceres de ASPACE Valladolid, cuya presencia cercana y admirable resonó durante todo el evento, enfatizó la regulación imprescindible de la comunicación aumentativa y alternativa como parte integral de la accesibilidad cognitiva. Sus palabras fueron un recordatorio poderoso de que la inclusión no es completa sin el acceso a medios de comunicación que reflejen y respeten la diversidad de nuestras experiencias y formas de expresión.
El evento fue significativo no solo para aumentar la conciencia sobre las determinaciones de las mujeres con discapacidad para superar obstáculos, sino también para celebrar sus logros. Sin embargo, uno de los mayores desafíos sigue siendo la necesidad de un enfoque interseccional. Basándome en las palabras de Jesús Martin Blanco, director general de Derechos de las Personas con Discapacidad, es necesario que la visión interseccional este presente en esté presente en todas las políticas y acciones destinadas a promover la inclusión y la igualdad para las mujeres con discapacidad. La interseccionalidad reconoce que las experiencias de discriminación y marginalización son moldeadas por múltiples factores, como el género, la discapacidad, la etnia o la orientación sexual. Ejemplo de ello, las mujeres con discapacidad de etnia gitana. Por lo tanto, cualquier esfuerzo dirigido a abordar las necesidades y desafíos de las mujeres con discapacidad debe tener en cuenta estas intersecciones y trabajar hacia soluciones inclusivas y equitativas.