Por Aitana Areste
“No me gusta poner etiquetas, cualquier tipo de etiqueta limita”. – Laura Esquivel Valdés escritora mexicana y política conocida por su novela Como agua
para chocolate.
Este es mi primer artículo y quería empezar con una frase que de vez en cuando me acompaña, si hablo con los demás sobre discriminación.
Me llamo Aitana Areste, tengo parálisis cerebral y soy integradora social.
El tema del artículo de hoy, como se afirma arriba, es la discriminación. Pero, ¿de qué hablamos si hablamos de ella?
La discriminación, tiene lugar cuando una persona no puede disfrutar de sus derechos humanos o de otros derechos legales en condiciones de igualdad con otras personas, debido a una distinción injustificada que se establece en la política, la ley o el trato aplicados. Si bien, esta forma de desigualdad puede adoptar varias versiones
Discriminación directa
Tiene lugar cuando se hace una distinción explícita entre grupos de personas, como resultado de la cual, los individuos de algunos grupos tienen menos capacidad que los de otros para ejercer sus derechos.
Valga como ejemplo, el testimonio de Marina, una compañera con discapacidad a la que acabaron excluyendo de una actividad extraescolar, teatro, porque no podía realizar las mismas actuaciones que sus compañeras /os. Las profesoras se dirigieron a ella de esta manera: “ Tienes que aceptar tus limitaciones, para tus compañeros eres una carga que soportar ya que es muy sacrificado tener que ayudarte, tu familia lo hace por compasión y no es gratificante estar contigo”.
Así mismo, otro de los ejemplos que más anonada me dejó fue el de Patry. Me cuenta que mientras su hermana estaba situada en la cola correspondiente para personas con discapacidad de un conocido supermercado, una persona sin discapacidad se situó en la cola y comenzó a empujarle e increparles: “¡¡Lentos. Que sois unos lentos!!”. Evidenciando que, algunos más que otros, aún tienen mucho que aprender.
Discriminación indirecta
Si se perciben efectos desfavorables sobre las personas producida por ciertas actuaciones. Es menos visible, más sutil y difícil de detectar.
Baste, como muestra, otro testimonio compartido por Cristina. En su caso no pudo acceder a una presentación de un libro porque la hicieron en el sótano (al que se accedía a través de una escalera) y le dijeron que la única solución era mover un poco las estanterías y que ella siguiera el evento desde el piso superior. No pudo seguir la presentación porque desde el piso superior no se veía nada de nada.
Discriminación interseccional
Se produce cuando varias formas de discriminación se combinan y dejan a un grupo o grupos específicos en una situación aún mayor de desventaja. Sirva de ejemplo, el caso de las mujeres con discapacidad que sufren doble discriminación. Una por razón de género y otra por tener una discapacidad. Un claro ejemplo lo podemos recoger de los últimos datos publicados por el INE (Instituto nacional de estadistica), que en 2019 comunicaba que la brecha salarial entre hombres y mujeres con discapacidad era del 13,7%. Es decir, las mujeres con discapacidad tienen un salario inferior respecto a los varones con discapacidad en un 13,7%.
En consonancia con todo lo anterior, que demuestra la necesidad de implantar una igualdad efectiva, se suma el estigma social y los perjuicios con los que nos perciben los demás, que se retroalimentan con la visión que tenemos de nosotros mismos (Autoconcepto) minimizando el valor que nos damos (Autoestima).
Llegados a este punto, para finalizar y no dejar tan mal sabor de boca quiero poner en valor la sensibilización que está realizando Aspace Madrid con la nueva red de empoderamiento para hombres y mujeres con parálisis cerebral, “Desiguales” que les permite a ellos mismos conocer sus derechos y como revindicarlos. Acciones como esta son las que enseñan al mundo y a las propias personas con discapacidad que somos todos iguales, siendo un pequeño granito de arena que va sumando para exterminar la discriminación.
Me despido con una de mis frases preferidas últimamente, de la antropóloga Margaret Mead:
«Nunca dudes que un pequeño grupo de ciudadanos comprometidos puede cambiar el mundo. De hecho, sólo eso puede lograrlo”.