JUNTAS MEJOR

ALIMENTACIÓN Y SALUD, UN TÁNDEM INSEPARABLE

Por Elena Arranz

Controlar nuestra dieta de cara a mejorar nuestro aspecto físico es una de las prácticas más habituales, especialmente durante los meses previos al verano, donde la llamada “operación bikini” se instala en no pocos hogares. No obstante, el verdadero fin de un control y cuidado de la alimentación es, o debería ser, conseguir que ésta nos ayude a gozar de una buena salud. El problema es que no siempre sabemos, a nivel práctico, de qué manera conseguir que nuestra dieta sea equilibrada y saludable, cayendo en errores como suprimir alguna comida, seguir regímenes demasiado restrictivos o eliminar totalmente de nuestros menús determinados productos. Por tanto, ¿cuáles deben ser los buenos hábitos a cumplir?

La dieta y su relación con el desarrollo de enfermedades.

Numerosas enfermedades tienen una estrecha relación con nuestra dieta. Algunas pueden deberse a la escasez de ciertos nutrientes, y de manera más frecuente en países como el nuestro, pueden estar relacionadas con el abuso de ciertos alimentos. Este hecho, unido a la escasa actividad física y al sedentarismo puede conducir a la obesidad y a otras patologías asociadas como la diabetes o la hipertensión.

La dieta equilibrada es aquella que aporta los alimentos necesarios de manera variada y en cantidades adaptadas a nuestros requerimientos y condiciones personales. Llevar una alimentación equilibrada no es ingerir mucha comida, ya que tan importante es la cantidad como la calidad de la misma.

Es importante pensar que no se puede disfrutar de una vida saludable comiendo unos pocos alimentos. La variedad es lo idóneo desde el punto de vista del bienestar, disfrutando así de toda la variedad de sabores, olores y aromas. De hecho, comer y beber forma parte de los placeres de la vida y, desde luego, la gastronomía no está reñida con las recomendaciones dietéticas ni con una alimentación saludable.

Una alimentación saludable aporta carbohidratos, proteínas y grasas, además de vitaminas y minerales en proporciones adecuadas. Para que la dieta sea equilibrada debe contener al menos cinco piezas de frutas y/o verduras al día así como dos o tres raciones de alimentos proteicos (huevos, pescado y carnes preferentemente magras). La ingesta de fibra desarrolla un papel fundamental a nivel intestinal, y lo podemos encontrar en cereales no refinados, féculas integrales como la pasta, el arroz o el pan integral, y las legumbres. No se debe eliminar por completo el consumo de grasas, aunque es preferible que estas sean grasas insaturadas y poliinsaturadas, presentes en el pescado azul, frutos secos y aceite de oliva, y minimizar la ingesta de grasas saturadas y trans. Es importante evitar el consumo de alimentos muy ricos en azúcares simples, como las mermeladas, bebidas azucaradas, bollería y pastelería industrial y los alimentos precocinados.

Otro de los aspectos que recomiendan los expertos es repartir la ingesta alimentaria a lo largo del día y hacer entre 5 y 6 comidas diarias, favoreciendo así el autocontrol de la ingesta y la ansiedad.

Planificación y ejercicio físico

Al realizar la compra, resulta ventajoso planificar las comidas que se van a realizar, seleccionando alimentos frescos y también aquellos productos que nos puedan ayudar a realizar una dieta equilibrada con facilidad, aunque dispongamos de poco tiempo. Comprueba el etiquetado del producto, haciendo especial énfasis en la composición nutricional y los ingredientes. A su vez, es importante no dejarse llevar por algunos reclamos publicitarios que pueden resultar confusos e incluso engañosos.

El ejercicio físico es un factor clave para tener un estado de salud adecuado. Por eso, es conveniente controlar el tiempo que tanto adultos como niños pasamos realizando tareas sedentarias como sentarnos frente al ordenador, con los videojuegos o viendo la televisión, ya que la actividad física proporciona claramente beneficios para la salud. La práctica de un ejercicio moderado durante aproximadamente 30 minutos diarios está relacionado con los siguientes factores:

  • Ayuda a prevenir el sobrepeso.
  • Fortalece y flexibiliza los músculos y las articulaciones.
  • Disminuye el riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares.
  • Mejora la masa muscular.
  • Favorece la salud ósea reforzando el papel del calcio.
  • Ayuda a modificar hábitos como el tabaquismo y el consumo excesivo de alcohol.
  • Mejora el tránsito intestinal.
  • Mejora la capacidad psicomotora, incluida la capacidad de orientación, la de reacción y el control sobre el propio organismo.

Aunque pueda parecer una tarea compleja, se trata de un proceso educativo y de aprendizaje. Es la vía de prevención más importante de cara a evitar el desarrollo de ciertas enfermedades, y es responsabilidad de cada uno encontrar su propia motivación para poder convertir los consejos alimenticios y de actividad física en un hábito saludable de vida.

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